EMPIEZAN DE NUEVO
Diego París
-“Empiezan
de nuevo.”-
-“Ajá.
Y nosotros otra vez al rol de testigos auditivos.”-
-“No
queda otra. A menos que quieras que vayamos por helados.”-
-“¡A
esta hora! ¡No! Estás tan loco como él.”-
-“Nooo
querida. Normalmente el flaco tiene razón. ¡Ella le sale con cada planteo que
madre mía!”-
-“¡Escuchá,
escuchá! Ahí empiezan a hablar más alto. Uh, parece que ella le recrimina…”-
-“¿Qué
le dijo? ¿Qué él no le dedica tiempo? ¡Pero si la última vez le recriminaba que
le diera espacio!”-
-“¿Podés
callarte y escuchar?”-
-“Está
bien, está bien…”-
Vivimos
en el piso de arriba, nos mudamos hace poco. Y no es que seamos chusmas ni la
versión con orejas de vouyeristas; nada por el estilo. Es que son divertidos.
Nos ayudan a pasar el rato como si fuesen nuestra serie particular o nuestro
reality show privado, y de paso aprendemos de ellos. Y es que nuestros vecinos
de abajo son, no sé, taaan dispares. Los escuchás así, como nosotros los
estamos escuchando ahora y te da la sensación de que no pueden ser pareja, ni
siquiera amigos. Y luego los ves, abrazados, la forma en la que se miran
incluso en situaciones tan mundanas como al bajar la escalera y decís ¡son tal
para cual!
Decía
que aprendemos de ellos, y la verdad es que sí. Siempre terminan zanjando sus
asuntos para bien, y salen a flote fortalecidos. No importa cual empiece. El
otro cede o el primero entra en razón. Y se reconcilian. ¡Y por Dios, la
pirotecnia y los efectos sonoros que despliegan al hacerlo! Pero, como sea,
esta vez parece que la situación está más caldeada que de costumbre. Escuchá
con nosotros:
-“¡Así
no se puede, es mi día libre y quiero que sea algo distinto! ¡Necesito ese día
hacer algo distinto!”-
-“¿Y
esa diferencia la tenés que encarar así? ¿ah?”-
-¡No
me entendés! ¡Y si seguís así vas a volver a nuestra relación en un buque que
se va a pique!”-
-“Buque
no. Ciudad del Buque.”-
-“¿Cómo?
No te entiendo.”-
-“Nuestra
relación es más grande que un buque, es al menos tan grande como la Ciudad del
Buque.”-
-“…”-
-“Una
ciudad. Hasta donde alcanza nuestra vista. Porque todo lo que vemos es parte de
nuestra relación, de nuestro amor que está presente en todo.”-
-“No
empieces con…”-
-“Es
adonde vivimos. Nuestro amor, o relación o como quieras decirle hoy, es donde
vivimos. ¡Incluso se expande como una ciudad! Y cuando me dijiste hace un
tiempo que querías que estuviese más cerca de vos, que compartiésemos más
cosas…”-
-“Te
fuiste al otro extremo.”-
-“Extremos,
medios, arriba, abajo. Recorrería las mil dimensiones por vos. Y siempre
serías, estarías en mi centro.”-
-“Decime,
con tus anteriores, ¿te funcionaban estas cositas cursis tan lindas que
decís?”-
-“Funcionan
con vos, con nosotros. ¿Importa algo más vida mía?”-
-“Vení
aquí. Besame. ¡Pero no creas que terminamos el t… Mmmpfff…”-
Y
la noche y el amor siguieron su curso. Obviamente nosotros escuchamos la
siguiente etapa del intercambio de opiniones de nuestros vecinos. Pero
entenderás si la preservamos de vos, ¡Sería demasiado chusma de tu parte querer
saber sobre eso! Además, sabiendo que el amor una vez más se impuso, sabrás
disculparnos si nos despedimos y pasamos a abrazarnos por aquí. Hay lindas
energías en el aire. Y eso da pie siempre a nuestras propias anécdotas.